martes, 18 de noviembre de 2008

Solo el arte perdura. Algunas publicaciones poéticas de 2008 por Miguel Ildefonso

Gaviota Miro es el seudónimo del poeta Juan Macchiavello, autor de Los huesos del tiempo, quien en este año que finaliza nos entregó su nueva cosecha: Adarmes y Tomines (Lluvia Editores), un grueso volumen de 132 páginas, compuesto de cinco secciones, toda una rica labor arte-sana con la palabra. “La poesía de Adarmes y tomines nos conmina a través del absurdo a buscar un sentido metafórico que nos libere de la angustia y la comedia”, dice Carmen Ollé en la contraportada, y allí mismo escribe Ana María Intili: “La voz poética de Gaviota Miro se ajusta al sentimiento interior. Se ilumina (in)tentando acercarse a Dios. Nos convoca a la reflexión profunda de la palabra, ofreciendo el dolor… Así descubre la miseria humana y busca contento a través de su verbo intenso por momentos, pero siempre reflexivo”. Aquí un “adarme” del vate nacido en Tumbes como muestra: “Imágenes/ inminencias/ frágiles unciones/ sórdidos eventos/ secretas proclamas// Devenir de un caos/ que súbitamente consuma la palabra// Un disparo en la nada/ para abatir como un pájaro al silencio/ y desangrar su agonía en el poema”.

Roberto Salazar, fue integrante del grupo Neón a inicios de la década del 90. Y al igual que Gaviota Miro, poeta del distrito de San Miguel. Ciudad sitiada (Ediciones La Tortuga Ecuestre) es su nueva publicación, del cual nos dice él mismo: “Mi poemario nace en medio de algunos fragores interiores con mensajes implícitos a través de poemas agrupados en tres momentos por los cuales pueden pasar, fantástica – simbólica: Ciudad Abierta, con poemas breves, Ciudad Sitiada – los poemas centrales – y Ciudad Liberada, por encerrar poemas sin conexión”. He aquí el poema final, Botella al mar: “Mi alma sobre la tormenta quieta/ transita sin timón a la deriva/ apagadas las velas en la cubierta/ vacía/ envuelta de neblinas impidiendo su visión/ remonta tiempos lejanos con su repleta/ carga en la copiosa lluvia/ cuyas gotas perecen en las aguas/ formándose un remolino muchas veces/ imaginado/ Más allá mi alma cruje sobre agitadas piedras/ golpeando la madera que sostiene/ el débil armazón/ Y peligra la vida que habita silenciosa/ sobre la noche oscura/ en medio de la inmensa soledad”.
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Ricardo Ayllón (Chimbote, 1969), autor de los poemarios: Almacén de invierno, Des/Nudos, A la sombra de todos los espejos; y de los libros de relatos: Monólogos para Leonardo, Baladas del ornitorrinco; nos entregó este año: Un poco de aire en una boca impura, extrayendo dicho título de unos versos de Octavio Paz. Sobre los poemas que lo conforman, nos dice Julio Heredia: “nos sumerge en un inquietante océano de palabras incandescentes que, cual ópera barroca, hace presumir en su génesis una realidad de abisal angustia. En una vorágine textual en verso libre y en procelosa prosa por momentos flamboyante, se agazapan las formas y recursos modernistas, simbolistas, surrealistas y otros de la tradición poética.” Un poco de aquel aire…:
“PESE A TODO era una hoja que no andaba mimando a la alborada
una especie de sosiego despertando con el día contrahecho
asumiendo al sol por enemigo y a la brisa como una fruta sofocada
donde iban a nacer abismos abultados una hoja esplendorosa
haciendo drama por el eco y su rastro sometido

(¡Había que ver su historia de cópulas creciendo como un indicio
Triste debajo de la piel! distinguir la luz deshecha de sus flojas
Nervaduras imitar la conducta de la carne en el momento de
Tantear el equilibrio de su ánimo)

pese a todo era una hoja adormecida en la hora placentera de lasoledad”

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Miguel Angel Vera de la Haza (Lima, 1983) aliado del grupo noventero Cultivo, publicó su ópera prima: Navajas (Hipocampo Editores). “Poesía espontáneamente profunda, terriblemente docente, consciente y subconscientemente horripilada, teológica energéticamente, voraz espeluznantemente, preceptivamente ácida. Sin duda más aún que la poesía de las movidas generaciones poéticas anteriores”, dice José Pancorvo en el prólogo. Aquí el filo de unos de sus poemas: “Pasifae, cuerpo de falsa virgen en grandes cópulas bacanales,/ sueño alucinante de poses de bestia asesina,/ en cósmicos y vesánicos viajes psicotrópicos.// Pasifae, madre de lo absurdo,/ entre coitos y falsas nupcias,/ sueño de siniestros lujos en indómitos fuegos que son/ lentas prolongaciones de mis sentidos hechizados,/ ejecutados a menudo sobre tu espalda lechosa,/ que te lamenta por las calles sola y golpeada,/ porque la bestia seguramente arremetió encarnizada/ en contra de tu naturaleza que suele ser devastada y cálida,/ porque las leches allí depositadas cubren hasta el tope/ de tu vientre,/ en donde tu pequeña bestia se alimenta enardecida y/ asomada por los matinales desgarros que te asolan cada vez/ que te cubres de tus fantasías de armazones y falsas células/ que lo engañan todo.”
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Jonathan Estrada (1984), “puede vérsele caminando por los pasajes de Palomino, su ciudad natal”, dicen sus datos en la solapa de esta primera entrega poética: Solobones (Hipocampo Editores). César Avalos dice en la contraportada: “los textos plasman las experiencias mediáticas de un habitante de la ciudad y su ruido interno. Este ruido es mostrado por la seducción de las palabras, más precisamente por el sonido de ellas (…) hay una lucha en el transcurrir del libro, esa manera de ser o de vivir irregularmente. Así, el autor llega al límite de la contemplación cuando nos dice: tú estás loco, yo estoy loco, este cuarto está lleno de locos.” Leamos uno de los textos: “Llámese aluvión al Etna hecho/ En la convulsión del espía en guardia,/ Cual esgrimista en dulce touche/ Dispuesto hasta la sangre extraer se propone.// Llámese de cualquier color, en tibia manera/ De esconder las carpas, de mutilar la progenie/ De aspirar aquel sobrante, de la razón destrozarme.// Porque en tu ascensión de vista que atolondrada/ Coges el descenso con serena dulzura/ Y hay que estrellar la tibia marea, en alguna de tus hoscas/ murmullas.// Llámese un acto verbal o más que una unión comunal/ Tírese mis venas, desdóblese mi sangre,/ Estrújese mi vientre// Coma…/ Me tienes.”

El grupo literario Signos de Chiclayo-Lambayeque, integrado por poetas nacidos entre 1978 y 1982, Cronwell Castillo, Ronald Calle, José Abad y César Boyd, publicó sus poemas en un volumen, Signos. Poesía 2006-2007, en cuya solapa nos dice: “Como cuatro son los evangelios, cuatro, los integrantes, y cuatro, los límites que nos rigen, concisos y exactos, desde el 17 de febrero de 2006, como una porción de esa existencia que nos conmueve y nos hace edificar una consigna (…) Como cuatro puntos cardinales clavados en tierra anónima, cuatro vidas entregadas a percibir índoles alfabéticas, que son nuestras jóvenes voces justificando un rito: escribir para que el caos nos merezca.” De César Boyd, Otra versión: “Hacia Orión partió a medianoche/ por los recodos del arroyo./ Caía la fe de una estrella en su cabeza./ Partió sospechando del canto de los búhos:/ El sonido del peligro como predican los ancianos./ Apostó por los atajos de los náufragos corrientes/ entre la hojarasca grismente enmarcada./ Se llenó los bolsillos de mendrugos y decía:/ ¡Hambre de vencedores en cadena!/ Huyó de los lobos entre la greda/ y pasó de forastero entre la bruma./ Por el sendero hacia Orión le lastimaron las espinas,/ que cedían su espacio, su profundidad,/ y entre tanto aguijón husmeaba los caminos más cortos:/ Beatriz podría por fin amarlo.”
Trama número 5 es la revista del grupo poético trujillano Legión. Carlos Santa María, Guillermo Fernández, Rolly Soria, Néstor Cerna, Percy Espichán, Alberto Zelada y Enrique Ríos entregan sus versos cargados de ironía y reflexión cotidianas. “Este Autorretrato es condición sublime para salir de la apatía constante, el recurso que nos indica que existir es más que llenarse de sombras. El poema se instala entre eso que somos y muestro reflejo. Cada palabra es sangre, órgano. Reividenciamos nuestro anhelo de retornar al cuerpo que dejamos fuera, esa sensación de estar plenamente. Dialécticos e ignominiosos, desagarramos nuestra voz en cada una de estas páginas que, por supuesto, son justas y necesarias”, nos dicen a modo de manifiesto. Tienen un blog: www.legiontrujillo.blogspot.com. De Néstor Cerna, Soy un elefante: “Al igual que los elefantes/ mis orejas se doblan de tristeza./ Yo no puedo cambiar de ánimo fácilmente/ si camino con semejante peso en el rostro.// No veo mi cuerpo doblar la esquina/ menos aún mi corazón./ Pero me doy el lujo de masticar las cosas con calma/ y cuidar que aquello que está en mi boca/ se acabe de ahogar dentro.// A mí no me queda nada/ ni siquiera un residuo/ de pena entre los dientes.// Sin embargo/ allá en las calles y las pistas/ es hermoso estorbar el paso/ y restarle felicidad a los hombres.”

Con el inicio de un texto de César Moro publicado en Letras de México, el 15 de noviembre de 1939, quiero finalizar estas breves notas poéticas: “Cada quien se despierta con un nuevo sabor acre, amargo; cada quien desespera del nuevo día que ha de traer, como los otros, su ración de renunciamiento, su porción de adaptabilidad a ese realismo que René Crevel denunciara de manera tan irrefutable: ‘No tratar de actuar sobre el mundo exterior, aceptarlo tal como es, aceptar volverse tal como él es, por hipocresía, oportunismo, cobardía, disfrazarse con los colores del ambiente, eso es el realismo’. Cada quien ha experimentado hasta la nausea, hasta el vértigo, lo que la vida actual nos reserva en sus formas más evolucionadas: el amor, la amistad. Cada quien ha desesperado de sí mismo, del aporte ilusorio de la colaboración humana: ‘el hombre es un lobo para el hombre’, del progreso lento e incontrolable, del pretendido e irrisorio progreso humano. ¿No vemos acaso, en pleno siglo XX, las guerras de conquista, las guerras raciales, la primera plana de la prensa asquerosa con los retratos de los delincuentes, llevando al pie sangrientas leyendas que se pretenden humorísticas, con un absoluto desconocimiento de la dignidad humana, de la sola dignidad inatacable? Ya, hacia 1850, Charles Baudelaire emitía su juicio sobre la prensa, en la forma siguiente: ‘Es imposible ojear una gaceta cualquiera, de no importa qué día, o qué mes, o qué año, sin encontrar, en cada línea, los signos de la perversidad humana más espantosa, al mismo tiempo que los alardes más sorprendentes de probidad, de bondad, de caridad, y las afirmaciones más desvergonzadas, respecto al progreso y a la civilización. Todo periódico, de la primera línea hasta la última, no es sino un tejido de horrores, guerras, crímenes, robos, impudicias, torturas, crímenes de los príncipes, crímenes de las naciones, crímenes de los particulares, una embriaguez de atrocidad universal. Y con este repugnante aperitivo el hombre civilizado acompaña su colación de cada mañana. Todo en este mundo, transpira el crimen: el periódico, el muro y el rostro del hombre. Yo no comprendo que una mano pura pueda tocar el periódico sin una convulsión de asco’”.

3 comentarios:

ÁNGELES DEL PAPEL dijo...

de CIUDAD SITIADA me gustan mucholos poemas cortos de la primera parte del libro que se llama CIUDAD ABIERTA...la nostalgia la soledad el amor la distancia y las musas estan en este libro

Anónimo dijo...

Me gusto mucho el de adarmes y tomines gaviota miro, un gran escritor

Anónimo dijo...

Me guto mucho adarmes y tomines sin duda gaviota miro es un gran escritor

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