jueves, 11 de marzo de 2010

PREPARACIONES ANATÓMICAS DE MARIO PERA POR RENATO SANDOVAL

Mario Pera. Preparaciones anatómicas. Lima: Lustra Editores, 2009, 55 pp.

Hace pocas semanas, a fines del 2009, cuando estaba por concluir la primera década del tercer milenio y, en lo particular, cuando algunos habíamos perdido las esperanzas de que en ese decenio se cumpliera en verdad la tantas veces prometida ruptura-renovación en la poesía peruana, surge in extremis la voz reivindicadora de Mario Pera (Lima, 1981), quien a través de Preparaciones anatómicas salva el honor de la palabra poética com-prometida de una nueva hornada, que si bien ha lanzado al ruedo algunos títulos de mayor o menor interés, tal vez ninguno de ellos esté a la altura (o profundidad) del que ahora se menciona.

Y es que el de Pera rezuma densidad poética por donde se lo mire: en el tono, en la mirada, en los bemoles y sostenidos con que su particular mundo se anuncia, adelanta, sumerge, surge y contonea. La misma densidad con que sus admirados referentes literarios -por ejemplo, los alemanes, como Rilke, Trakl y Kafka- construyen un universo a la vez arcádico y decadente, henchido de claroscuros y agujeros negros, donde la asfixia es el aire contenido y la muerte, la vida como posibilidad e irredención.

Dicht, en alemán, es “denso” y “Dichtung”, su derivado, es “poesía”; más aún: “Gedicht” (el poema) es el participio de “adensar”; es decir, lo mayor que ha sido comprimido hasta lo menor; lo que de tan contenido que ahora es en algún momento puede explosionar. De donde el quehacer literario se define en relación directa a su complexión y a su potencialidad de estallar. Es -o debería ser- una bomba de tiempo o nitroglicerina viva, por lo que estar ante él es enfrentar un peligro, es sentir la amenaza de un desenlace flamígero, es ir tragando saliva conforme se lo transporta (¿hacia dónde?) entre las manos. Esa, al menos, es la sensación que a algunos produce la lectura de Preparaciones anatómicas. Un peligro ubicuo e inminente inunda todas sus páginas, como si el cosmos fuera el reino de lo fugaz y de lo perecedero, y donde la angustia, el escepticismo y hasta la desesperanza se pasean a sus anchas.

Porque la poesía de Pera es rica en la duda y en el desengaño, donde no hay dios que valga ni que sea digno de respeto, como que tampoco existe un amor certero, un rostro auténtico, una brisa ancha. Arduo es su trayecto y acezante su respiro; en sus labios persiste el malsabor de una noche que no concluye nunca y que prefiere degustar rencor o desprecio, más que resignación o pueril esperanza. La poesía de Pera es a la vida como la plegaria de un ateo antes de la muerte: una voluntad intensa de decirlo todo ante la sorda indiferencia de la nada, una ecuánime confesión de parte sobre el horror, el absurdo y la decadencia de la vida al borde del abismo o en medio de la nada.
La poesía de Pera, que a todas luces (sic) brega por no negarse a sí misma más de la cuenta, se adensa como la sangre fuerte de un buey degollado pero mil veces digno, o como algún improbable vino pampeano que tenga largo final.

Renato Sandoval Bacigalupo
Marzo, 2010

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Conozco al maestro Sandoval y él no regala elogios, así que habrá que leer a Mario Pera.

Anónimo dijo...

He tenido oportunidad de leer el poemario de M. Pera, y me parece que tiene puntos interesantes a resaltar, como refiere el profesor Sandoval...
saludos

José Ramírez
PUCP

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